domingo, 3 de mayo de 2009

CICLO "MIRILLA DE GAZA": LA JAULA PALESTINA ( UNAI ARANZADI)

CRÍTICA-REPORTAJE

Bienvenido al segundo capítulo del ciclo "Mirilla de Gaza". A lo largo de las siguientes semanas en NO ES FICCIÓN podrás encontrar más propuestas documentales que se sumerjen en el drama que se vive al otro extremo del Mediterráneo. Nuestra intención es que el navegante pueda crearse, a través de los documentales seleccionados por nosotros, una idea más completa de las razones, circunstancias y tensiones en las que se inscribieron los últimos ataques autorizados por el Gobierno israelí.

El director, Unai Aranzadi

Si todos los periodistas fueran como él, los sangrientos conflictos bélicos que tienen por campo de batalla las más paupérrimas regiones del globo por fin tendrían voz. Técnico en Imagen y Sonido por la “Escuela de Cine de Andoain” y Diplomado en Producción de Televisión por la “Universidad de Nueva York”, Aranzadi se encuentra desde 2002 al frente de la productora Independet Docs. Bajo su dirección se han desarrollado más de una decena de documentales que enfoquen de manera realista las problemáticas más graves y desatendidas. "La jaula palestina" se encuentra entre sus cintas comprometidas y grabadas por él mismo.

Los recursos técnicos distan de lo que veíamos en Checkpoint. Con "La jaula palestina" nos topamos contra un montaje basado en el plano fugaz y variado que hace las veces de plano de situación. Además, la música se incrusta a menudo. Por lo demás, las entrevistas siguen conformando el grueso del trabajo, aunque Aranzadi no duda en emplear la voz en off sobre imágenes descriptivas del entorno del "muro de seguridad" israelí.



El asedio de los derechos irrefutables de cualquier ser humano vuelve a ser el eje de giro, aunque en esta ocasión toma una forma más física: la construcción de un muro construido por orden del gobierno israelí, que aisla a los palestinos excusándose en el objetivo de paliar el terrorismo. Es, de esta manera, la construcción de la suerte de muralla carcelaria el icono escogido por Aranzadi para simbolizar la opresión sionista sobre la pequeña población musulmana que se debate entre las posibles decisiones de emigrar o sobrevivir en la "jaula".

La postura del director se sitúa claramente con el "bando" palestino: agricultores, gasolineros, pequeños comerciantes que se ven menospreciados por las autoridades de Israel y sufren las consecuencias de la edificación sobre la antigua "línea verde". Saltando por encima del muro el director nos muestra dos ámbitos distintos: por un lado los habitantes israelíes ajenos a la pesadumbre experimentada por sus vecinos bajo el dominio de un déficit de información manipulada y haciendo suya la actitud indiferente sostenida en el pánico ante el posible ataque terrorista; por el otro lado los altos cargos de Israel, fantasmas sin rostros que se muestran a través de una política de hechos consumados que viola lo acordado en la IV Convención de Ginebra y ya se ha adueñado de más de 120 colonias. Resistir en "la jaula palestina" consiste en soportar los ataques anónimos de los intereses imperialistas, las granadas lanzadas desde lo más alto del muro, la mera vista de esa escultura al genocidio.


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